Esta es la primera entrada en mi nuevo blog/web, y va dedicada a una persona muy especial:
Hace ahora casi tres años que Tamara Mandarina y yo fuimos, como de regular a nuestra ''oficina'' Starbucks en downtown Bellevue para tomar un café, charlar, soñar, reír y de paso siempre conocíamos a alguien nuevo; alguien que nos preguntaba de donde éramos, qué hacíamos allí, y a veces nos acababan dando su tarjeta de empresa, o teléfono.
Creo recordar que fue sobre Marzo de 2012, una mañana entre semana, creo que llovía (qué raro...) y yo llegué antes que Tamara. Fui pidiendo mi café y a reservar un lugar ya que una señora de rasgos familiares se me había avanzado, así que tuve que esperar a la siguiente mesa libre que casualmente fue a su lado.
Esta señora aparentemente estaba teniendo intercambio de conversación Español/Inglés con una americana. Tamara y yo no tardamos en darnos cuenta de su acento familiar y de que era paisana nuestra. Le preguntamos de donde era y qué hacía allí. Nos dimos nuestros números y ese día fue el inicio de una gran amistad.
Se llamaba Ana Ruíz y no tardamos en llamarla Tita Ruiz. Quedamos al cabo de unas semanas para ir a desayunar. Nos llevo a un sitio exquisito en Old Main Street de Bellevue que se llama Belle Pastry, donde tienen el mejor Chai Tea que has probado nunca y las pastas que más se acercan a las que comíamos en España. Un lugar con mucho encanto y que fue un gran descubrimiento.
Ana, rápido se convirtió en nuestro gran apoyo aquí y ella y su familia nos acogieron como unas más en la familia.
Era nuestra consejera, amiga, tía, nos hacía comiditas españolas, y siempre estaba dispuesta a escucharnos. Ana tenía visión para las cosas, las veía claras y era rápida para captar lo que no pintaba bien.
Uno de los lugares en los que nos encontrábamos frequentemente para comer a mediodía era el restaurante de Nordstrom, en el Mall, que como Ana le llamaba; su segunda casa.
Le encantaba el salmón y siempre tenía flores frescas adornando su salón y baños de invitados.
Pasamos las Navidades en su casa con su familia. Tamara la primera Navidad y cuando ella ya no estaba aquí, yo seguí la tradición. Como seguían horario español, podía comer con mi familia y luego me iba a su casa a seguir poniéndome las botas. Así que en Navidades, durante casi una semana comía como una campeona.
Para Ana casi todo era o blanco o negro. Para ella no existía gris. Y esto es una cosa con la que siempre me he identificado más con ella. Sin dar mucha explicación detallada, ya sabíamos de qué iba el tema y nos comprendíamos.
Nuestra diferencia de edad era como de madre a hija, pero Ana nunca nos trató como niñas; éramos sus amigas, sobrinas adoptivas y nos lo pasábamos muy bien juntas.
Ana daba y no esperaba nada a cambio.
Hace tres meses recibí la llamada de teléfono más dolorosa que a día de hoy he recibido, Ana el día 9 de Junio del 2014 pasó a ser nuestro Ángel y al parecer alguien allí arriba tiene un plan mejor para ella. Seguro que está haciendo mucho bien por allí.
Te echamos mucho de menos tita, eras mi gran apoyo aquí y a veces cuando me doy cuenta de el vacío que siento se me hace muy doloroso.
Le quiero dar gracias también a su marido e hijos Alejandro, Álvaro y Gonzalo, que siempre nos han acogido (y lo siguen haciendo) con los brazos abiertos. Son como mi segunda familia y siempre les voy a estar agradecida por su gran apoyo y generosidad.
Ya se que lo estás haciendo Ana, pero si de alguna forma lees esto, cuida mucho de ellos y dales fuerza para seguir adelante sin tu presencia física.
Saluda a mi abuela de mi parte. Os echo de menos.
Te quiero,
Eli.